El Havamal o discurso del altísimo

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El Havamal o discurso del altísimo

Las Eddas son dos obras islandesas medievales: la Edda Menor (Edda de Snorri o Edda en prosa), y la Edda Mayor (Eda de Saemund o Edda en verso). Estas dos colecciones de los relatos nórdicos antiguos conforman la fuente más fidedigna de la Mitología Nórdica. Las más antiguas son las Eddas en verso, una colección de 34 poemas islandeses, alternados con prosa, que datan del siglo IX al siglo XII. Posteriormente aparecen las Eddas en prosa, recopiladas por el historiador islandés Snorri Sturluson (1179-1241).Dentro de estas, se encuentra el Poema Havamal o “Discurso del Altísimo”. Son un conjunto de enseñanzas y máximas de comportamiento que abarcan diversos aspectos de la vida cotidiana. Se atribuyen al dios Odín, quien con ellos pretendería dar a los hombres unas pautas de dignidad, sensatez y ética personales.

El Hávamál (el Discurso del Altísimo)

Las palabras de Odin, Los dichos del Alto del Antiguo Edda o Edda Poético (Sæmund’s Edda).

01
Por todas las puertas, antes de entrar,
métase el ojo, mírese bien;
poco se sabe cuándo enemigos
se sientan dentro.

02 
“¡Salud al que invita!” Un huésped llega.
¿Dónde se va a sentar?
Inquieto está quien suerte probando
junto al hogar espera.

03 
Necesita fuego quien llega de fuera
y frías rodillas trae;
comida y ropa aquel necesita
que ha recorrido montañas.

04 
Necesita agua quien llega a convite, 
toalla y buena acogida,
un trato amistoso, si puede lograrlo,
conversa y atenta escucha.

05 
Necesita cordura quien lejos viaja.
¡Fácil es todo en casa!
En ridículo queda el de poca cabeza,
si está con gente sensata.

06 
Nadie presuma de buen sabedor,
más vale andarse con tiento;
prudente que calla a su casa regresa,
de males el cauto escapa.
Nunca se tiene amiga más fiel
que la mucha cordura.

07 
Alerta esté quien vaya a convite,
afine el oído y calle,
con la oreja escuche, con el ojo observe.
¡En guardia el sabio se tiene!

08 
Dichoso el hombre que sabe ganarse
el elogio y la estima de todos;
malo será lo que queda callado,
metido en el pecho ajeno.

09 
Dichoso el hombre que en tanto vive
de estima y cordura goza;
perverso consejo se obtuvo a menudo
salido del pecho ajeno.

10 
No hay carga mejor para hacer el camino
que la mucha cordura;
no hay oro mejor que se tenga entre extraños,
es ella el recurso del pobre.

11 
No hay carga mejor para hacer el camino
que la mucha cordura;
no hay lastre peor para andar por el llano
que el mucho beber cerveza.

12 
La tan buena cerveza no es para nadie
lo buena que dicen que es,
pues más y más a medida que bebe
el hombre el juicio pierde.

13 
La garza la llaman; ella en la fiesta
el juicio a los hombres roba;
en la hacienda de Gunnlod preso quedé
en las plumas de aquel pajarraco.

14 
Ebrio quedé y borracho mucho
allá donde Fialar el sabio;
bien se bebió si después de la fiesta
el juicio a los hombres torna.

15 
Callado y sensato el hijo de rey
y bravo en la guerra sea;
contento y gozoso esté todo hombre
hasta el día en que muera.

16 
Espera el cretino vivir por siempre
si evita entrar en pendencias,
mas tregua poca le da la vejez,
si las lanzas sí se la dieran.

17 
Boquiabierto el imbécil está en el banquete,
refunfuña o no dice palabra;
al momento luego, si se echa un trago,
el juicio ese hombre pierde.

18 
Aquel solamente que lejos viajó
y por muchos lugares anduvo
calarles sabe el talante a los hombres:
aguda la mente él tiene.

19 
No te pegues al cuerno, con tiento bebe,
di lo preciso o calla;
de toscas formas nadie te acusa
si temprano a dormir te marchas.

20 
El glotón que el juicio no sabe usar
la salud se arruina comiendo;
de mofa sirve entre gente prudente
la panza del hombre insensato.

21 
Recogerse a su hora el ganado sabe
y deja entonces la hierba;
noción ninguna el necio tiene
de cuánto en su panza cabe.

22 
El hombre ruin y de mal natural
de mucho se ríe;
algo no sabe y saberlo debía:
que faltas también él tiene.

23 
En vela el memo las noches pasa,
mucho cavila;
pesaroso él está a la mañana,
sus males igual que estaban.

24 
Se piensa el necio tener un amigo
en todo el que ríe con él;
poco él ve que le dan mal trato
si está con gente sensata.

25 
Se piensa el necio tener un amigo
en todo el que ríe con él;
he aquí lo que ve cuando pleito tiene:
pocos su parte apoyan.

26 
Tiénese el necio por hombre sabido,
si está en un rincón resguardado;
después no sabe qué cosa decir
si alguno a él le pregunta.

27 
El necio llega a lugar de reunión,
mejor que se esté callado;
nadie le nota su poca cabeza
con tal que no hable de más.
No sabe tampoco el que nada sabe
cuándo está hablando de más.

28 
Por sabio se tiene al que bien pregunta
y sabe bien responder;
nunca callado los hombres dejan
cosa que pase entre gente.

29 
Quien nunca calla muchas dice
necias palabras:
la lengua ligera, si no se contiene,
a menudo su mal se canta.

30 
Nunca el hombre que vaya a banquete
a nadie en ridículo ponga;
por sabio se tiene al que no sonsacan
y puede callar a piel seca.

31 
Por sabio se tiene si echa a correr
huésped que de otro se mofa:
juega quizás con mal enemigo
quien hace en la fiesta burlas.

32 
Son muchos los hombres de buen talante
que en pugna en la fiesta entran;
para siempre luego queda rencor
si huésped y huésped pelean.

33 
Es bueno que el hombre se tome su almuerzo,
pero no si a banquete irá;
abúrrese allí, desganado mastica,
conversa le sale poca.

34 
Por largo rodeo se va al mal amigo,
aunque esté en el camino su casa;
al amigo sincero atajos llevan,
por más que lejos se vaya.

35 
Se debe marchar, nunca el huésped
pegado se quede en un sitio:
el mismo que agrada molesto se vuelve
si alarga de más la sentada.

36 
Mía mi casa, aunque sea pequeña:
en ella soy yo mi señor;
si dos cabras tengo y un techo pajizo,
pues mejor que andar mendigando.

37 
Mía mi casa, aunque sea pequeña:
en ella soy yo mi señor;
corazón dolorido el hombre lleva
si se ha de pedir el sustento.

38 
Ni un paso jamás de sus armas se aparte
hombre que va por el llano:
nunca se sabe por esos caminos
cuándo hará falta la lanza.

39 
Generoso no vi ni tan buen anfitrión
que rehusara aceptar un regalo
ni tan dadivoso que hallara molesto
tener que aceptar a cambio.

40 
Que nadie se prive y esté escatimando
bie

nes que ahorrados tenga;
se le guarda al querido y lo hereda el odiado.
¡Peor puede ir que se espera!

41 
Con armas y paños se obsequian amigos,
cada uno por sí lo ve;
la amistad se prolonga, si bien va todo,
entre dos amigos que se dan y toman.

42 
Amigo el hombre será de su amigo,
con regalo al regalo responda;
la risa con risa se debe acoger,
la doblez con engaño.

43 
Amigo el hombre será de su amigo,
de él y de amigo que él tenga;
nunca el hombre amigo será
del amigo de algún enemigo.

44 
Si tienes amigo en el cual confías
y sacarle provecho quieres,
ábrete a él, cambiaros regalos,
ve con frecuencia a su busca.

45 
Si tienes a otro en quien poco confías
y sacarle provecho quieres,
finuras dile, más tenlo por falso;
paga doblez con engaño.

46 
Lo mismo con ese en quien poco cofías
y que no le ves bien la intención:
ríe con él, pero calla tu intento;
dele según él te de.

47 
Joven yo era, solo viajaba;
perdido quedé en los caminos;
me veía yo rico si alguno topaba.
¡Al hombre el hombre conforta!

48 
Los magnánimos son y también los bravos
quienes viven mejor y sin penas;
el hombre cobarde de todo se asusta,
al tacaño el regalo escuece.

49 
Ropas mías les puse en el llano
a dos personajes de palo;
parecieron señores después de cubiertos.
¡Vergüenza es hombre desnudo!

50 
Sécase el pino que está en un claro,
ni corteza ni agujas lo guardan;
igual con el hombre al que nadie estima.
¿Para qué sigue él viviendo?

51 
Más viva que el fuego entre malos amigos
la paz cinco días arde;
apágase luego el sexto llegando
y toda amistad se malogra.

52 
No precisa dar siempre grandes regalos,
con poco que des te elogian:
con un medio pan y un algo en la copa
me hice de un fiel camarada.

53 
A orilla pequeña, pequeña la mar:
pequeño juicio el del hombre;
mal repartida está la cordura,
siempre un poco falta.

54 
De sabio el hombre lo justo tenga,
nunca de sabio se pase;
de la vida más grata aquellos gozan
que saben bien lo bastante.

55 
De sabio el hombre lo justo tenga,
nunca de sabio se pase;
raramente contento está el corazón
del sabio que todo lo sabe.

56 
De sabio el hombre lo justo tenga,
nunca de sabio se pase;
aquel que ignora qué suerte le aguarda
gozosa la mente tiene.

57 
Fuego da el fuego hasta todo quemarlo,
llama de llama prende;
por su habla los hombres al hombre conocen,
quien calla por tonto queda.

58 
Levántese pronto quien piense tomar
vida o fortuna ajenas:
ni lobo acostado pata consigue
ni hombre que duerme victoria.

59 
Levántese pronto el escaso de gente
y corra a atender sus faenas;
mucho retrasa quien duerme de más;
diligencia a riqueza lleva.

60 
Los secos troncos calcula el hombre
y la piel de abedul para el techo,
y también la leña que gasta en tres meses
y en un medio año.

61 
Lavado y comido se irá a la asamblea,
aunque no bien vestido se vaya;
ni calzado o calzón a nadie avergüencen
ni tampoco el caballo, aunque bueno no sea.

62 
Estira el pescuezo a la orilla del mar
y en las olas el águila busca;
así con aquel que entre muchos se ve,
mas con pocos que estén de su parte.

63 
Preguntas haga y respuestas de
quien quiera lo tengan por sabio;
lo sabido por uno no sepan dos;
si tres, se sabrá por todos.

64 
Con tacto siempre el hombre avisado
se debe valer de su fuerza:
pronto descubre quien da con valientes
que nadie les puede a todos.

65 
Palabras que a otro el hombre diga
casi siempre las paga luego.

66 
En muchos lugares pronto era aún,
ya tarde llegaba en otros:
que cerveza no quede o que esté por hacer
jamás el molesto acierta.

67 
Llamaríanme a mí para todo banquete
si no precisara comer
o si dos le colgasen al buen amigo
por la pata que yo le como.

68 
Cosa no hay mejor que el fuego
y la vista del sol
si de buena salud el hombre goza
y de vida sin tacha lleva.

69 
Con algo se cuenta, aunque falte salud:
confortan a unos sus hijos,
sus parientes a éste, sus riquezas a aquél,
a otros sus obras bien hechas.

70 
Mejor es vivir que ya no vivir:
la vaca el vivo la tiene;
buen fuego yo vi en la casa del rico
y a él a la puerta muerto.

71 El cojo cabalga, el manco a pastor,
el sordo en la lucha sirve;
mejor estar ciego que estar quemado.
¡A nadie aprovecha un muerto!

72 
Es útil un hijo, aunque tarde nazca
y luego que el padre murió;
tan sólo el pariente en honor del pariente
piedra en la senda erige.

73 
Con uno dos pueden; por lengua cabeza cae;
de mano me cuido que tapa el manto.

74 
Agradece la noche el del buen zurrón;
al remo, apretados los puestos;
en otoño, noche insegura;
ya en cinco días el tiempo cambia,
pero más en un mes.

75 
No sabe tampoco el que nada sabe
que a muchos fortuna obceca;
si rico es un hombre, pobre es el otro,
no debe culpársele a él.

76 
Mueren riquezas, mueren parientes,
también uno mismo muere;
la gloria tan sólo no muere jamás,
la de aquel que ganársela logra.

77 
Mueren riquezas, mueren parientes,
también uno mismo muere;
tan sólo una cosa sé que no muere;
la fama que deja un muerto.

78 
Yo vi lleno el redil de los hijos de Fitiung (“el ricachón”),
ya van con el bastón de mendigo:
como un parpadeo fortuna se va,
la menos constante amiga.

79 
Si ocurre que el necio fortuna alcanza
o logra favor de mujer,
la arrogancia le crece, que no el buen seso;
de gran presunción se llena.

80 
Está comprobado: si runas consultas,
aquellas de origen divino,
las que altos poderes hicieron
y el tulr (“sacerdote” Odín) supremo tiñó
mucho se gana callando.

81 
El día y la noche se alabe; la mujer, quemada (incinerada);
la espada, probada; la moza casada;
el hielo, cruzado; la cerveza, bebida.

82 
Con viento el árbol se tale;
en bonanza se salga a pescar;
con moza lo oscuro se diga:
son muchos los ojos del día;
navegar debe el barco, guardar el escudo;
herir la espada y besar la muchacha.

83 
Beber, junto al fuego; patinar, por el hielo;
flaco se compra el rocín, con herrumbre la espada;
en casa al caballo se engorda y suelto al perro

II Primera noticia de Odín

84 
Que nadie confíe en palabras de moza
ni en nada que diga mujer:
corazón se les dio – ¡son ellas volubles! –
moldeado en la rápida rueda (torno de alfarero).

85 
De arco quebrado, de llama que arrecia,
de lobo que aúlla o corneja que grazna (augurando algo),
de cerdo que gruñe, de árbol sin raíces,
de ola que crece, de olla que bulle,

86 
De flecha que vuela, de tromba que viene,
de hielo de un día, de bicha enroscada,
de tratos en cama o de espada rajada,
del juego del oso, o de hijo de rey,

87 
de ternero doliente, de esclavo dispuesto,
de parla de bruja, de muerte re

ciente,

88 
del campo recién sembrado: que en eso nadie crea,
ni muy pronto en el hijo;
decide en el campo el tiempo y en el hijo la razón,
son dos cosas peligrosas.

89 
de aquel, si lo ves, que a tu hermano mató
de mansión mal quemada, de rápida jaca
– no sirve el corcel si se rompe una pata -,
de nada de esto seguro te fíes.
90 
Igual el amor de mujer engañosa
que llevar sin ramplones un potro por hielo,
trotón, de dos años y mal enseñado,
o cruzar sin timón tempestad de la mar,
o ir cojo tras reno por cuesta en deshielo.

91 
Mas digo verdad, pues ambos conozco:
le finge a la hembra el hombre;
mientras más engañosos, más linda la parla
que a la niña prudente enreda.

92 
Lindezas le diga y le lleve regalos
quien quiera de moza amores;
alábele el cuerpo a la hermosa muchacha;
cortejando se logra.

93 
Nadie a un hombre jamás le censure
amor que él tenga;
se arroba el sensato con linda cara
que frío al cretino deja.

94 
Nadie en un hombre censure nunca
cosa que a tantos pasa:
cretina vuelve a la gente sensata
la loca pasión amorosa.

95 
Sólo la mente en el pecho ve,
su cuita ella sola lleva;
no hay para el sabio dolencia peor 
que perder el gusto por todo.

96 
Claro lo vi cuando allá entre los juncos 
goces de amor me esperaba;
corazón y carne yo puse en la moza;
no fue sin embargo mía.

97 
A la hija de Billing dormida hallé
– como el sol relucía – en su lecho;
la suerte de un jarl (conde) hubiera yo dado
por gozar de aquel cuerpo.

98 
“Pero luego a la noche, Odín, volverás,
si tratarme de amores quieres;
que de esta torpeza nadie se entere
sino sólo nosotros solos”.

99 
Del cierto placer me abstuve entonces
pensando que ella me amaba;
seguro creí que después gozaría
de todo su amor y favores.

100 
Cuando luego volví, feroces guerreros
alerta guardia montaban
con fuego de teas y antorchas en alto.
¡Mal paso allí se me abría!

101 
Ya cerca del alba de nuevo volví:
ahora los hombres dormían;
amarrada en la cama la perra estaba
de la hermosa mujer.

102 
Son muchas las niñas, si bien se mira,
con los hombres falsas;
claro lo vi cuando quise que gusto
la astuta mozuela me diese:
por toda vergüenza me hizo pasar
y no logre yo gozarla.

III Segunda noticia de Odín

103 
Alegre en su casa, festivo con huésped
y cauto ha de ser el hombre;
memorioso y locuaz, si quiere ser sabio;
lo bueno a menudo cuente.
Por imbécil se tiene al que apenas habla,
es ese el modo del necio.

104 
Visité el viejo gigante; heme aquí vivo;
diome allí poco el callar:
parla abundante servicio me hizo
en la sala de Suttung.

105 
Con la boca de Rati camino me abrí
con ella la roca royendo:
por alto y por bajo – arriesgué la cabeza –
pasábanme sendas de gigantes.

106 
Gunnlod me dio en su trono de oro
del excelso hidromiel;
mal yo a ella después le pagué
su buena intención,
su sentir sincero.

107 
De la bien conseguida (Gunnlod) bien me serví
– ¡poco le falta al sabio! –
y Odrorir (el hidromiel) ahora en lo alto está,
en el templo del dios de los hombres.

108 
Todavía quizás pudiera yo verme
allá en el reducto del ogro
de no haberme servido de Gunnlod hermosa,
que encima el brazo me echó.

109 
Allá a la mañana, los ogros fueron
y en la sala de Alto (Odín) por Alto preguntaron:
que si vivo volvió con los dioses Bolverk (El que hace males, Odin)
o si Suttung lo había matado.

110 
Se tenía de Odín juramento en la anilla.
¡Quién le creerá ya nada!
Traicionado a Suttung dejó a su partida
y a Gunnlod llorando.

IV Discurso de Loddfáfnir

111 
Palabras ahora en el podio del turl,
a la vera del pozo de Urd;
yo vi y callé, yo vi y medité,
al habla atendí de los dioses;
de las runas oí, su poder escuché
por la sala de Alto,
en la sala de Alto.
Esto escuché que decían:

112 
Te damos Loddfafnir, buen consejo
que te ha de servir
y que debes saberlo:
De noche no salgas si no es a espiar
o vas a excusado sitio.

113 
Te damos, Loddfafnir, buen consejo
que te ha de servir
y que debes saberlo:
Con bruja abrazado jamás te acuestes
ni que ella te trabe los miembros.

114 
Ella te hará que no tengas en nada
asamblea o palabra de rey,
que ni quieras comida ni trato con nadie
y todo angustiado te acuestes.

115 
Te damos, Loddfafnir, buen consejo
que te ha de servir
y que debes saberlo:
De hembra casada nunca pretendas
sacarte amores.

116 
Te damos, Loddfafnir, buen consejo
que te ha de servir
y que debes saberlo:
Si has de viajar por montaña o por fiordo
date una buena comida.

117 
Te damos, Loddfafnir, buen consejo
que te ha de servir
y que debes saberlo:
Nunca le cuentes al hombre malo
desgracia que tengas;
los hombres malos jamás corresponden
a la buena intención.

118 
A uno yo vi al que mal mordían
palabras de mala mujer:
la falsa lengua cobróse su vida,
un hombre en verdad sin culpa.

119 Te damos, Loddfafnir, buen consejo
que te ha de servir
y que debes saberlo:
Si tienes amigo en el cual confías,
vete a menudo en su busca;
de zarzas se cubre y de altas hierbas
camino que nadie frecuenta.

120 
Te damos, Loddfafnir, buen consejo
que te ha de servir
y que debes saberlo:
Procura ganarte al hombre bueno;
conjuros aprende siempre.

121 
Te damos, Loddfafnir, buen consejo
que te ha de servir
y que debes saberlo:
No seas tú nunca el primero en romper
con un camarada;
si no tienes a alguno al que todo cuentes
tendrás angustiado el pecho.

122 
Te damos, Loddfafnir, buen consejo
que te ha de servir
y que debes saberlo:
No tengas jamás discusión ninguna
con mico ignorante.

123 
Pues el hombre malo jamás corresponde
al bien que le haces;
el hombre bueno será quien te logre 
renombre y fama.
124 
Por igual que un hermano tiénese aquel
al que todo se cuenta;
nada hay peor que el poco sincero,
no es bueno el amigo que a todo asiente.

125 
Te damos, Loddfa

fnir, buen consejo
que te ha de servir
y que debes saberlo
A un hombre peor, ni tres feas palabras;
a menudo el mejor concede
cuando busca el peor pelea.

126 
Te damos, Loddfafnir, buen consejo
que te ha de servir
y que debes saberlo:
Harás un zapato o harás una lanza
sólo si son para ti;
mal hecho el zapato o la lanza torcida
y tu mal te desean.

127 
Te damos, Loddfafnir, buen consejo
que te ha de servir
y que debes saberlo:
Donde hallares maldad con maldad responde.
¡Que paz tu enemigo no tenga!

128 
Te damos, Loddfafnir, buen consejo
que te ha de servir
y que debes saberlo:
Nunca un mal contento te de,
lo bueno alegrarte debe.

129 
Te damos, Loddfafnir, buen consejo
que te ha de servir
y que debes saberlo:
Para arriba no mires si estás peleando
– ¡Iguales que locos los hombres quedan! -,
no vaya a agarrarte hechizo.

130 
Te damos, Loddfafnir, buen consejo
que te ha de servir
y que debes saberlo:
Si quieres ganarte a la hermosas muchacha
y que ella gusto te de,
prométele y dile y cúmplele siempre:
a nadie buen trato hastía.

131 
Te damos, Loddfafnir, buen consejo
que te ha de servir
y que debes saberlo:
Sé cauto, te digo – mas tampoco te pases -,
sobre todo bebiendo o con hembra casada,
lo tercero, también, no te engañen ladrones.

132 
Te damos, Loddfafnir, buen consejo
que te ha de servir
y que debes saberlo:
Nunca de un huésped te rías o burles
ni de un caminante.

133 
Se pregunta a menudo la gente en la sala
qué hombres serán los llegados:
nadie hay tan bueno que falla no tenga
ni tan malo que nunca sirva.

134 
Te damos, Loddfafnir, buen consejo
que te ha de servir
y que debes saberlo:
Del turl venerable jamás te rías:
es bueno a menudo lo dicho por viejo;
a menudo bien habla el talego curtido,
el que cuelga entre cueros
y entre pieles se mece
y entre tripas se orea.

135 
Te damos, Loddfafnir, buen consejo
que te ha de servir
y que debes saberlo:
No le grites al huésped ni lo eches afuera,
dale buen trato al pobre.

136 
Pesada la tranca que se ha de alzar
para abrirles a todos;
si anillo no das, un mal te desean,
dolor que tus miembros cojan.

137 
Te damos, Loddfafnir, buen consejo
que te ha de servir
y que debes saberlo:
Cuando mucho bebieres, recurre al poder de la tierra
(de cerveza la tierra libra, como el fuego de pestes,
de pujo el roble, de embrujo la espiga,
de sofoco el saúco – contra hechizos se pide a la luna -,
de picada el brezo, de desgracia las runas),
del vómito libra el suelo.

V Historia de las Runas de Odín

138 
Sé que pendí nueve noches enteras
del árbol que mece el viento (Yggdrasil);
herido de lanza y a Odín ofrecido
– yo mismo ofrecido a mí mismo –
del árbol colgué del que nadie sabe
de cuáles raíces arranca.

139 
Ni pan me tendieron ni copa alguna;
fijo en lo hondo miré;
las runas alcé, las gané entre gritos;
caí a la tierra de nuevo.

140 
Nueve conjuros del hijo de Boltorn,
del padre de Bestla, aprendí,
y también he bebido el excelso hidromiel,
el que estaba en Odrorir.

141 
Todo saber yo entonces logré,
de poder me llené y de gozo:
de palabra a palabra la palabra me fue,
de acción en acción la acción me llevó.

142 
Averigua las runas y aprende los signos,
las runas de mucha fuerza,
las runas de mucho poder,
que el tulr supremo (Odín) tiñó
y los altos poderes hicieron
y el señor de los dioses (Odín) grabó.

143 
A los ases Odín, a los elfos Dain,
a los enanos grabóselas Dvalin,
a los gigantes Asvid;
yo mismo algunas grabé.

144 
¿Las sabes tú grabar? ¿Las sabes tú entender?
¿Las sabes tu teñir? ¿Las sabes tú probar?
¿Les sabes tú pedir? ¿Les sabes tú ofrendar?
¿Les sabes tú ofrecer? ¿Les sabes tú inmolar?

145 
Mejor no pedir que por todo ofrendar;
su pago la ofrenda busca;
mejor no ofrecer que siempre inmolando.
Así grabó Tund (el tronante, Odín) antes que gentes hubiese;
allá revivió cuando vino de nuevo.

VI Serie de Conjuros

146 
Los conjuros que sé yo que ni esposa de rey
ni hombre alguno sabe:
“auxilio” se llama el que auxilio te da
en pleitos y penas y en malas dolencias.

147
El segundo sé, remedio de aquellos
que quieren ser curanderos.

148 
El tercero sé, si mucho preciso
dejarme a alguno trabado:
sus filos le emboto a aquel mi enemigo
y ni armas ni mañas le valen.

149 
El cuarto sé, si preso me ponen
y atados los miembros tengo:
yo canto el conjuro y me puedo escapar;
libres los pies se me quedan,
sueltos los brazos.

150 
El quinto sé, si lanza yo veo
que busca traidora a mi gente:
por recia que vuele parada la dejo,
si mi vista la ve.

151 
El sexto sé, si en raíz me laceran
del árbol con savia tomada:
el hechizo que a mí aquel hombre me canta
él se lo sufre y no yo.

152 
El séptimo sé, si entre altas llamas
veo en la sala a mi gente:
por mucho que arda salvarlos puedo,
tal el conjuro que canto.

153 
El octavo sé, ese que siempre
útil será que se aprenda:
odio que surja entre hijos de jefe,
yo pronto cortarlo puedo.

154 
El noveno sé, si mi barco peligra
y lo he de salvar en la mar:
yo el viento detengo que azota las olas
y toda la mar sosiego.

155 
El décimo sé, si brujas veo
que arriba están por los aires:
de manera que yo hago que locas huyen
y no dan con sus cuerpos
y no dan con sus mentes.

156 
El undécimo sé, si a la guerra llevo
a mi tropa de viejos amigos:
tras mi escudo les canto y ellos con fuerza
bien en la lucha entran,
bien de la lucha salen,
bien me regresan de ella.

157 
El duodécimo sé, si veo al ahorcado
que arriba en el árbol se mece:
de manera yo grabo y las runas tiño
que el muerto se anima
y me tiene que hablar.

158 
El decimotercero sé, si al nuevo guerrero
echarle las aguas debo (bautismo pagano):
no caerá él si a la guerra fuere,
lo respetan a él las espadas.

159 
El decimocuarto sé, si yo entre los hombres
decir de los dioses debo:
de los ases y elfos yo doy toda cuenta.
¡No hace otro tanto el necio!

160 
El decimoquinto sé, que el enano Tiodrorir
a las puertas de Delling cantó:
con la fuerza de los ases, con la gloria de los elfos,
lo cantó a Hroptatyr (Odín) con la ciencia.

161 
El decimosexto sé, si cauta mozuela
quiero que gusto me de:
su mente y su amor para mí se los vuelvo
a la niña de blancos brazos.

162 
El decimoséptimo sé, la niña mocita
que no se me vaya.
Nunca, Loddfafnir, tuyos serán
estos conjuros,
aunque has de saberlos,
debes ganarlos,
te urge obtenerlos.

163 
El decimoctavo sé, aquel que jamás
a doncella diré ni a casada
– es siempre mejor que sepa uno solo,
y aquí los conjuros acaban -,
sino a aquella tan sólo que me eche el brazo
y también a mi hermana.

164 
Ya ahora en la sala de Alto
los dichos de Alto se cantaron
para todo provecho del hombre,
para poco provecho del ogro.
¡Salud al que dijo! ¡Salud al que supo!
¡Quien algo aprendió, que lo goce!


¡Salud a los que esto oyeron!

sabiduria.es

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